por Gustavo H. Cangiano (*)
"A menudo es preferible una falsa alegría a una tristeza cuya causa es verdadera".
Descartes
En elecciones ampliamente democráticas, el General Viola ha sido designado Presidente de la República.
Hay quienes objetan el hecho de que sólo tres argentinos hayan emitido su voto. Sin embargo, distintas consideraciones permiten suponer que el sistema de elección resultó de lo más conveniente. Veamos.
En primer lugar, el aspecto económico. Elecciones generales, como fueron las de 1973, implicarían una inversión de dinero muy elevada precisamente en momentos en que el país atraviesa la peor crisis económica que recordemos (contra la que combate denodadamente el equipo de patriotas del Palacio de Hacienda).
También hay otras causas. Es mucho más fácil que se pongan de acuerdo tres personas y no varios millones. Ni siquiera se requiere que los tres piensen igual: con dos ya hay mayoría (y como tres es número impar, no puede haber empate ni segunda vuelta).
El beneficio para el pueblo es evidente, aunque haya malintencionados que pretenden no advertirlo. Por un lado se le ahorra la molestia de tener que votar, odioso compromiso y responsabilidad. Imaginemos -Dios no lo permita- que el General Viola lleve a cabo un mal gobierno. En ese caso los únicos responsables serían sus tres electores y el pueblo se ahorraría un tirón de orejas por no saber elegir.
Por otro lado, semejante sistema electoral resuelve el irritante problema de la "igualdad" ya que si sociedades filantrópicas como ADEBA o la Sociedad Rural deben hoy dedicar parte de su tiempo a explicar las bondades del voto calificado, en el futuro ya no será necesario: todos los argentinos -menos tres- han sido declarados ineptos para elegir a sus gobernantes, con lo que todos son iguales y nadie podrá sentirse discriminado.
Y aún hay más ventajas. Resultaba imperativo que el General Viola fuera elegido presidente, ya que el Proceso necesita continuidad para conseguir sus Objetivos. Y el General Viola es lo más parecido al General Videla -hasta sus apellidos suenan familiares-. En elecciones generales el Excelentísimo Viola podría no ganar (aunque parezca mentira hay ignorantes que pueden desconocer sus indiscutidos méritos) mientras que con tres votantes el triunfo era seguro.
A las ventajas enumeradas, debe agregarse que el General Viola es, obviamente, militar y, como sabemos, no hay nada mejor a que gobierne un militar puesto que, quienes no lo son, suelen ceder a la corrupción o a la subversión.
En fin, terminemos diciendo que, como gustaba repetir un amigo, en Argentina "los tanques son democráticos y los votos son totalitarios".
Editorial del Nº 12 de la Revista Fígaro, octubre-noviembre de 1980.
(*) El texto no está firmado, por lo que asumimos la autoría del responsable de la publicación.
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