domingo, 15 de noviembre de 2009

El legendario Barba Azul

La horrorosa historia del Caballero Gilles de Rays

por Juan Carlos Licastro

La época en que se sucedieron los hechos se caracterizó por una fatigosa angustia que se tradujo en la arquitectura feudal. Castillos y fortalezas eran construcciones de poder fuertemente represivas, construcciones de cercamiento. En el siglo XV francés reinó un Carlos VII desprovisto de autoridad; el recuerdo de la peste estaba muy próximo, Inglaterra había sumido al reino en el vaciamiento financiero. Semejante panorama explica que Carlos y sus partidarios se entregaran, como respuesta, a fiestas bárbaras, casi siempre desprovistas de todo recato. ¿Qué podía esperarse del hombre que iba a abandonar a Juana de Arco, que hizo asesinar a Juan sin miedo? Los preparativos de una guerra daban cauce cierto a las energías desmesuradas de estos hombres; la guerra era para ellos un "juego", una actividad distinta del trabajo de los siervos y del pueblo. Imperaba un verdadero caos mental, un estado lleno de contradicciones en el que la razón quedaba de lado ante el poder omnímodo de la nobleza. Ésta se colocaba fuera de un universo racional. Escenas de pillaje, quema de aldeas, pueblos y ciudades, eran cosa de todos los días. Estos hechos obraban como excitantes, servían para canalizar instintos sexuales. La guerra, en su condición de "juego" de grandes señores, estaba vedada al pueblo. Era un privilegio. Era el juego por el juego mismo, es decir, la guerra por la guerra misma. Sólo que con el paso del tiempo se iba convirtiendo en algo penoso, casi macabro, su sombra amenazaba aún a los mismos nobles. Ya en el siglo XV iban desapareciendo los costosos atavíos, las brillantes armaduras. Se recurría cada vez más a los ejércitos regulares, los forajidos habituales no tenían cabida en ellos. El autor de Tirant lo blanc (Tirar al blanco), Jean Martorell, dio pruebas de estos hechos y de la decadencia imperante con su correspondencia pródiga en un ceremonial guerrero verbalizado. En Martorell no importa tanto el ­combate como la descripción de las ceremonias.
Francia se encontraba desmembrada, tanto política como económicamente, las tropas inglesas ocupaban casi todo el territorio y sólo se retirarían a Calais después de la toma de Orléans. La epopeya de Juana de Arco aún no había comenzado y Gilles de Rays todavía no era mariscal de Francia.
De toda la documentación existente sobre Gilles de Rays y sus cómplices, interesan particularmente las actas del proceso que contienen las acusaciones y las confesiones. En los Archivos del Loire Inferior se encuentra la minuta latina con "las informaciones, procedimientos y sentencias contra Gilles de Rays, mariscal de Francia, que tuvieron lugar en 1440, a instancias del obispo de Nantes, como culpable de herejía, de sodomía y de asesinato".

Nota completa en la edición impresa de Lilith Nº 3. Sólo en librerías o por pedido.

Olga Orozco

O la poética de la nostalgia

por Víctor Pedro Giménez

Ella está sumergida en su ventana
contemplando las brasas del anochecer, posible todavía.
Todo fue consumado en su destino, definitivamente
inalterable desde ahora
como el mar en un cuadro,
y sin embargo el cielo continúa pasando con sus
angelicales procesiones.

Fragmento de Mujer en su ventana

La lectura de estos versos casi nos obliga a pensar en una Olga Orozco contemplándose a sí misma en un futuro buscado y encontrado en el pasado. Un pasado al que la notable escritora jamás eludió, sino que, por el contrario, hilvanó y deshilvanó a través de sus poemas y sus conversaciones, como cuando en una entrevista expresó: "Así como uno cree que el pasado influye en el porvenir, creo que el porvenir influye en el pasado. Hay una interacción permanente de tiempos y para esto me ayuda la poesía, para hacerle trapisondas al tiempo que al final me va a vencer. Igual que la muerte".
Reflexiva irreductible, Olga Orozco trasunta a lo largo de su obra una espesa melodía que nos traslada a vericuetos de profundidades demasiado desconocidas, pero no por eso ajenas, y que huelen al terror que provoca el sufrimiento. Pero no cualquier sufrimiento, sino el que emana del interrogarse, del empaparse de nostalgias, del plantarse con altivez ante la nada.

"Escribir es una búsqueda que tiende a desenmascarar, a intentar echar una ojeada hacia lo alto por alguna puertita que se entreabre y se vuelve a cerrar muy rápidamente. Es apenas un vistazo, pero consuela". (…) "Escribir no es placer, es mi manera forzosa de expresarme. La poesía me produce un profundo sufrimiento. Creo como Bachelard que está en lo muy alto y en lo abismal. Una se sumerge hasta un fondo demasiado desconocido y siente que queda unida a la superficie por una nada y encima no ha dejado miguitas en el camino como Hansel y Gretel. Y si es hacia lo alto, más difícil todavía. Llegás a zonas desconocidas, como si al nacer se hubiera abierto una especie de telón que se ha cerrado detrás nada más atravesarlo. Pero queda como una reminiscencia de estados de ánimo, cierta avidez por retomar algo de allí. Pero no es placer y ya es bastante salir entera".

Nota completa en la edición impresa de Lilith Nº 3. Sólo en librerías o por pedido.

Editorial

El invierno del '66 se hacía sentir en el aula de 5° grado de la primaria Juan Bautista Alberdi, en el barrio Villa Obrera de Lanús. Los radiadores de las paredes no daban abasto y sólo paliaban las heladas ráfagas de ese viento que, luego de atravesar los robles de la plaza, golpeaban los vidrios de las ventanas y se colaban por las hendiduras. El hombre, trajeado y engominado, entró al aula con permiso de la maestra. La docente pidió atención y el señor apoyó su portafolios, igual a nuestras carteras de cuero marrón, sobre el viejo escritorio de madera. Al abrirlo desplegó la maravilla: unos afiches coloreados donde King Kong, subido a un rascacielos -que muchos años después reconocería como Empire State- cazaba aviones cual si moscas. En otro, el inefable John Wayne sostenía su Colt humeante, mirando el cadáver de su adversario tendido en la calle de un pueblo del lejano oeste, al que llamábamos far west.
El personaje era empleado del Cine Rex y traía, junto a la promoción de "3 películas 3" en continuado, algo que me haría sonrojar y enorgullecer al mismo tiempo: un par de entradas para los mejores alumnos. Generalmente me hacía de una.
Esta historia podría ser la sinopsis de cualquier film del neorrealismo italiano, pero es sólo una postal que me recuerda aquellos años donde los sueños aún tenían vigencia y se peleaba por ellos. Años en que los cines eran eso, y no iglesias evangelistas o bingos para cubrir el vacío y la falta de expectativas que el actual sistema genera en la sociedad.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces. Los vimos caer uno a uno: Splendid, National, Sarmiento... hasta los majestuosos Palacio y Opera pasaron a ser escenarios de las quimeras del dinero fácil y el Jesucristo que salva y sana. Todos menos uno: aquel emblemático Rex que, como su homónimo tiranosaurio, resistía el paso del tiempo y los embates de la modernidad.
Cierto es que su única y amplia sala resignó parte de su grandeza para convertirse en 1 y 2. No menos real, que alguna que otra vez los pochoclos fueran el posmoderno acompañamiento de los espectadores y que, para ganar una función más, la película terminara cuando, luego del último plano, aparecía la palabra "Fin" o el sucedáneo extranjero, obviando los títulos y créditos que a los cinéfilos nos dejan aferrados a la butaca hasta pasados los nombres del último eléctrico o carpintero. Pero, pese a su aggionamiento, seguía aportando una cresta a la chatura suburbana.
Hoy todo se sucedió veloz. Los rumores en comercios vecinos, las puertas tapizadas de viejos afiches y los mentirosos cartelitos: "Cerrado por reformas". La gente, sin mayores inquietudes, pasa por sus puertas cerradas sin detenerse un momento, como si estuviesen acostumbrados a perder y ya nada les importara. O tal vez piensen que la mole de diez pisos que lo reemplazará podrá suplir con su sombra los árboles talados en la estación de trenes. En tanto, esa antigua caja de asombros espera “la piqueta fatal del progreso” y su marquesina anuncia, ya sin orgullo, su último espectáculo: “Vendido”.

Publicado en la edición impresa de Lilith Nº 3. Sólo en librerías o por pedido.

Mariano Moreno:

No bastó tanta agua...

por Alberto J. Lapolla

EL SECRETO MAS GUARDADO

A fines del siglo XIX un investigador argentino, Eduardo Madero, quien estudiaba en el Archivo de Indias, en Sevilla, la historia del puerto de Buenos Aires, halló por casualidad un documento que cambiaría la mirada sobre la Revolución de Mayo, su carácter, los hechos allí ocurridos y particularmente modificarían sustancialmente la opinión sobre el rol y el pensamiento de quien, a no dudarlo, es uno de nuestros ­héroes mayores: el doctor Mariano Moreno. Dicho documento se denominaba: Plano que manifiesta el método de las operaciones que el nuevo gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata deve poner en práctica hasta consolidar el grande sistema de la obra de nuestra livertad e independencia. El ejemplar hallado era una copia manuscrita del original redactado en 1810 por Moreno, por encargo de la Primera Junta que, en sesión secreta del 15 de julio de 1810, había aprobado un ­pedi­do del general Manuel Belgrano de preparar un plan de operaciones que hiciera frente a la grave situación que se cernía sobre la Revolución. También La Gazeta, el 27 de junio, había reclamado una acción punitiva dirigida a la contrarrevolución que se reagrupaba en Córdoba bajo el mando de Liniers a la espera de refuerzos del Alto Perú.
El 26 de agosto Liniers fue fusilado por Domingo French, quien siguió la orden de Moreno de ajusticiarlo a él y demás cabecillas de la sedición "donde se los ­encontrase". Ante tal situación y, finalizada su redacción el 30 de agosto, e plan se aprobó por ­unanimidad en sesión secreta.
El 12 de setiembre Moreno impartió las órdenes a Castelli para que se hiciera cargo del Ejército del Norte y fusilara a los contrarrevolucionarios de Potosí y el Alto Perú y tratara de marchar hasta Lima. El 7 de noviembre las fuerzas patriotas derrotaron a los realistas en Suipacha. El 15 de diciembre Balcarce, cumpliendo las órdenes de Castelli y Moreno, fusiló a Nieto, De Paula Sanz y J. Córdoba, jefes de la represión a los ­levantamientos altoperuano de 1809 y brutales esclavistas de indios. El 18 de ­diciembre el presidente de la Primera Junta, el terrateniente, encomendero y ­propietario de minas de Potosí don Cornelio Saaverdra, logró derrocar a Moreno, quien sería ­asesinado en alta mar en marzo de 1811.

Nota completa en la edición impresa de Lilith Nº 3. Sólo en librerías o por pedido.

jueves, 5 de noviembre de 2009

La verdad es la única realidad

por Francisco Urondo

Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente el presente, pero pertenecen a la
realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar
lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

(Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973)

martes, 3 de noviembre de 2009

La universidad CAECE y el mundo real

por Diego Luis Forte

El presente artículo de ninguna manera pretende ser exhaustivo en lo que al análisis del texto presentado se refiere; propone, en todo caso, brindar un acercamiento al desarrollo y reproducción de determinadas representaciones sociales en el mundo occidental de principios del siglo XXI. Las ideas que circulan en una sociedad dada no son algo aleatorio, provienen de un cúmulo que se ha formado a lo largo de un extenso período de tiempo, por lo cual decodificar un texto dado siempre implica poseer un conocimiento previo, por pequeño que éste pueda ser.
La fotografía que ilustra este artículo fue tomada el día sábado 12 de Abril de 2008 a las 11:28 de la mañana en la estación de subterráneos Emilio Mitre, en la ciudad de Buenos Aires. El texto presentado en el afiche llamó nuestra atención por el fuerte supuesto que imponía para vender un producto: el concepto de mundo real. Puede considerarse un hecho ampliamente aceptado por la ciencia de nuestro tiempo que la mercantilización de la educación ha sido un proceso que ha alcanzado un punto de desarrollo extremadamente marcado en esta época, pero aún aceptando todo lo que este hecho implica no tienen por qué aceptarse de forma automática otras ideas asociadas.
En principio es fundamental describir un concepto clave dentro del texto: el mundo real. Existen muchas teorías que, a lo largo de miles de años, han clasificado el producto de la percepción humana de diferentes formas. No nos detendremos en ello dado que no es nuestra intención hacer una revisión histórica ni historiográfica, baste decir que para el mundo occidental, luego de la revolución industrial, el mundo real pasó a ser, en líneas generales, el mundo de la utilidad inmediata, es decir, todo lo que tiene un valor de cambio antes que un valor de uso, relegando a un segundo plano el mundo de las ideas. En este sentido, nuestro texto segmenta el mundo en dos:
1. El mundo real, en el cual se inscriben carreras como licenciatura en contaduría pública, licenciatura en marketing, licenciatura en administración de negocios, licenciatura en comercio internacional y licenciatura en administración de RR.HH.
2. El mundo irreal, en el cual no vivimos y al que pueden o no adscribirse todos los elementos no incluidos en 1 (el texto no especifica si el mundo real es sólo lo que aparece en el listado).

Nota completa en la edición impresa de Lilith Nº 13. En quioscos y librerías.