jueves, 30 de abril de 2009

Sonido animal

La musical comunicación de los animales

por Osvaldo Sánchez

Desde aquí adentro veo una tarde con forma de ventana. El invierno tira sobre las últimas hojas su primer frío gris; lo único cálido me espera a mitad de camino entre los pocos reflejos de luz y este café. Junto al árbol rugoso un perro escarba el piso mientras en lo alto algunos pájaros formulan su impasible barullo.
¿Todo lo que suena es música? Intento remozar mi prehistoria metiéndome en los rincones del instinto. Pero algo falla, no recuerdo bien. ¿Cuántas centurias hace que perdí mi lado animal?

I. La esencia es la misma
Sobre los vidrios descubro ya una llovizna de suaves golpeteos. Los elementos le ponen ritmo a mis pensamientos.
El sonido se mide por vibraciones; cuantas más vibraciones por segundo posee un sonido, más agudo es. Cuantas menos, más grave.
Gran parte de los animales tiene un oído mucho más fino que el ser humano; perros y caballos captan el doble de vibraciones. Elefantes y reses perciben infrasonidos, es decir, vibraciones que están por debajo de la percepción humana, siendo éstos muy bajos o graves. Con menor cantidad de vibración llegan más lejos, por ello algunos animales pueden escuchar a una distancia de hasta cuatro kilómetros. El oído del murciélago es tan fino que puede sentir las pisadas de una hormiga.
Los insectos se reparten virtudes. Algunos captan ultrasonidos y otros infrasonidos. Los hay con membranas parecidas a tímpanos en todo su cuerpo o con delicados pelos aptos para reconocer las ondas vibratorias.
Las ondas vibratorias que los humanos podemos percibir son las que viajan por el aire. Pero bajo el agua también existe un universo sonoro ya que prácticamente no hay pez que no emita sonido alguno. Los peces oyen mediante un órgano que no sólo es sensible a las ondas sonoras, sino también a las variaciones de presión. Ruidos como de pesadas cadenas, como motores, como tambores y violines, como llamados de guerra suenan por rincones subacuáticos. De manera directa las personas no podemos escuchar todo eso, se necesitó mucha tecnología para descubrir este submundo sonoro ya que nuestro oído no está preparado como los órganos sensoriales de los peces, que sirven para percibir vibraciones viajando por el agua. Se necesita un sonido muy potente para ser escuchado por una persona sumergida, aún así deberá estar muy cerca del emisor.

Nota completa en la edición impresa de Lilith Nº 7. Sólo en librerías o por pedido.

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