lunes, 27 de abril de 2009

Aguante Kafka

(o del husmear una estrictura)

por Patricio Leone

¿Por qué insistir con Kafka? ¿Por qué dedicarse nuevamente a ejecutar un proceso de disección psíquica de su obra y no extasiarse con la lectura ingenua de quien fuera, a mi entender, uno de los más grandes escritores de la historia?
Porque Kafka nos lleva hasta ahí. Como un plano inclinado que nos empuja a meternos en los minúsculos e inmensos recintos de los juzgados donde K. libra su batalla en El proceso, o empantanarnos en la nieve de aquella callejuela iluminada y oscura donde el agrimensor de El castillo espera vanamente un carruaje. O contemplar entre horrorizados y subyugados al gigantesco e ínfimo insecto de La metamorfosis.
El enigma es qué produce (a) un escritor y, en el caso de Kafka, esta incógnita se magnifica en la medida en que su escritura es de una potencia tal que seduce a miles de artistas que abrevan en sus páginas. Los surrealistas consideraban a Kafka como el primero de ellos, y desde Barthes ("he ahí una respuesta de Kafka a todo lo que se investiga actualmente en torno a la novela: que finalmente es la precisión de una escritura ­ -precisión estructural, desde luego, y no retórica; no se trata de ‘escribir bien’-” la que compromete al escritor en el mundo...) a Camus, quien sostiene con una belleza que aturde: "el mundo de Kafka es, en verdad, un universo indecible donde el hombre se da el lujo torturante de pescar en una bañera, sabiendo que no saldrá nada", pasando por Borges, que confiesa: "Yo he escrito también algunos cuentos en los cuales traté ambiciosa e inútilmente de ser Kafka", la obra de Kafka provocaba un encandilamiento garrafal.

Nota completa en la edición impresa de Lilith Nº 9. En quioscos y librerías.

2 comentarios:

  1. Que bien escribe Barthes realmente, justo estaba intentando apuntar unas ideas sobre Kafka... saludos!

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  2. Te diría que busques Lilith 9, que este muchacho Leone también agrega unas buenas ideas al respecto.

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