por Rubén Sacchi
Eran tiempos
en que el hombre,
en hordas salvajes,
arrasaba a su paso
montañas y planicies,
buscando satisfacer
su famélica existencia.
Fue entonces que el Maestro
presentóseles y dijo:
“Estos son
mi cuerpo y mi sangre,
quien tenga hambre y sed
será saciado”.
Y el pueblo,
que no entendía de parábolas,
comió y bebió
hasta acabarlo.
Hoy
andan buscando al Padre
(quien huye desesperado)
a fin de culminar
semejante festín.
Poema incluído en la edición impresa de Lilith Nº 2. Sólo en librerías.
jueves, 17 de septiembre de 2009
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