miércoles, 25 de marzo de 2009

Tío Cacho (Cuento) - Marzo 2005

por Gastón Guzmán del libro “Ruido a carne”

Y, tenía que ir ¡La ventana estaba rota!
La ventana estaba rota y tenía que ir, tenía que presentarme y pedir perdón para que me dieran la pelota que la había roto, la 5 de cuero, la de mi tío, la bocha que le robé a mi tío, la bocha, como le dice y que yo no peteé a la ventana, sino que la desvié con el codo, pegó justo en el medio del vidrio, se metió adentro sacudiendo las cortinas claritas, manchándolas de barro y dejando escapar una música suavecita. Música que se cortó y dejó de ser suave hasta hacerse silencio. Silencio hasta que golpeé la puerta, porque el timbre de la señora que ahí vive, una señora linda, de ropa apretada y pelo corto y muy alta, tenía un cartelito que decía: "no anda". Señalaba cuando golpeé la puerta, porque antes de golpear y que la música se cortara vi cómo César salía corriendo para su casa diciendo "uhhhh", con esa risa insoportable que hace cuando nos pasan estas cosas. Entonces la puerta se abrió. La puerta la abrió mi tío, mi tío, que no tenía puesta la remera, y no hacía calor, y se le veían los tatuajes en la panza blanca y redonda al costado de la pelota que me ofrecía.
-Llevala a casa -dijo casi tan sorprendido como yo, y luego- del vidrio me encargo yo, pero... -miró adentro, lentamente se llevó un dedo vertical a la boca y recuerdo que ahí me guiñó un ojo. Después cerró la puerta y bajó la persiana.
Publicado en la edición impresa de Lilith Nº 2. Sólo en librerías o por pedido.

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