domingo, 26 de abril de 2009

Cayetano Santos Godino

y los orejudos del fin del mundo

por Oscar Oriolo

Entre 1902 y 1947 funcionó en el fin del mundo, Ushuaia, el Presidio y Cárcel de Reincidentes. De entre los personajes y leyendas que se forjaron, tanto dentro como fuera del perímetro del penal y que aún siguen resonando, podemos rescatar algunos casos elegidos no demasiado azarosamente.
El histórico militante anarquista Simón Radowitzky estuvo preso entre 1911 y 1930 por haber ajusticiado, mediante la explosión de una bomba, al entonces jefe de la policía Ramón Lorenzo Falcón, célebre represor de obreros. Radowitzky fue el único preso que consiguió fugarse de la penitenciaría; vestido con ropas de guardiacárcel huyó a Chile donde, luego de 23 días de libertad, fue recapturado.
Herns, conocido como serruchito, era tratante de blancas; asesinó a su socio suponiendo que, si no lo mataba, su propia vida corría riesgo de caer en manos de éste. Descuartizó su cuerpo y lo arrojó, con peso extra, a los lagos de Palermo. Confió en el peso del tórax y supuso que no necesitaría suplementarlo. No contó con que los ­pulmones lo harían flotar: esa fue su condena. Irónicamente desarrolló tareas de carnicero en el presidio, teniendo gran precisión con las articulaciones y descuartizando reses con habilidad, maestría y, por supuesto, fruición. En algún reportaje que le hicieron dentro del penal dijo que "estaría libre si hubiese sabido algo de anatomía".

Nota completa en la edición impresa de Lilith Nº 5. Sólo en librerías o por pedido.

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